La princesa y el pegaso
Había una vez, en un reino muy muy lejano, vivía una princesa muy hermosa llamada Sayumi. A Sayumi le encantaban los desafios y se había propuesto domesticar y montar a un pegaso salvaje.
Por eso, estuvo recibiendo clases de equitación y aprendiendo todo lo que podía sobre la doma eqüestre y tras cuatro años de entrenamiento, fue a un lago cercano y avistó a una manada de pegasos bebiendo.
Se acercó despacio a uno de los sementales y le dio una manzana para ganarse su confianza. Después le puso la brida y empezó a domesticarlo. El proceso duró año y medio, pero al fin lo había conseguido.
A partir de entonces Sayumi y su pegaso llamado Yui fueron inseparables y pasaban los días surcando los cielos.
Una tarde, después de su paseo, Sayumi vio que otro pegaso se acercaba a Yui y lo seguía a todas partes. Pronto la joven yegua se convirtió en parte de la familia y decidió llamarla Ashlyn.
Pasó el tiempo y cuando Sayumi cumplió los 23 años, Ashlyn y Yui tuvieron descendencia.
Ahora Sayumi había cumplido su sueño y era la mejor domadora y criadora de pegasos e incluso había abierto su propia escuela de equitación y doma.
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